El Periquillo Sarniento en escuelas fresas

Más de 20 años después de habérmelo propuesto, por fin pude leer el libro más conocido de Joaquín Fernández de Lizardi. Cuando trabajaba en una librería, hace ya treinta años, me preguntaba por qué les pedían ese libro en las escuelas de paga de la zona cercana a Perisur, en la CDMX (escuelas seguramente católicas). Es gordo y, creo, no de fácil digestión para las juventudes (menos para las de los veintes del siglo xxi). Parece ser que se llevaban la edición de Porrúa o alguna similar y no pocas veces preguntaban si había alguna versión abreviada, a lo cual se les respondía que no, se ponían tristes, pagaban y se iban (tal vez a buscar a alguien que les contara de qué se trataba el tabique que se habían llevado).

Es cierto que hay mucha picaresca en el relato, pero tal vez hay igual o más beatitud, mojigatería, mochez, adoctrinamiento y catolicismo escalofriante que, a los ojos del siglo que corre, a eso sabe esta obra del «Pensador mexicano»: a libro de consejos enfilados a formar buenos y fieles corderos del rebaño.

El libro es mucho más, por supuesto, pero no deja de llamar la atención la fuerte «línea» que tira el narrador desde el inicio hasta el final, cuando se hace más notoria en tiempos en los que se acerca a la tumba. Probablemente en las escuelas católicas de corte fresón, a las que pertenecían los jovencitos que iban a la librería a pedirlo, los padrecitos del aula hacían una selección de pasajes «ejemplares», edificadores y que servían de complemento al catecismo o libro de fe del curso.

El sobre peso de la edición que leí se puede deber a que es una edición exageradamente anotada a cargo de Felipe Reyes Palacios, editado por la UNAM. Ya tengo la experiencia. Fue buena, hay pasajes que, fuera de la fe, tienen mucho que dar al lector. Casi 300 años después el buen y flojo Pedrito sigue poniendo el dedo mero en el punto donde muchas veces no queremos ver y, como Bartlevy, decimos «paso» o «preferiría no hacerlo».

Territorio Lovecraft

Volverse fan de Lovecraft mientras se trabaja en una librería en la que no había detectores antirrobos, derivó en una afición que se nutrió constantemente de más y más libros de él, de sus amigos y de todo su círculo. Y libros de arte también y todo lo que cayera. Elegí la carrera universitaria en buena parte gracias a esas lecturas. Hasta que un día, leyendo una de sus biografías, entendí que todas las aversiones arcanas y arquetípicas (o al menos buena parte de ellas) de su universo ultra cósmico y horrible, venían de su fobia a los otros. Era un racista. Corté de tajo con él.

Territorio Lovecraft (Lovecraft Country) es lo primero de este autor con lo que vuelvo a tener contacto desde hace al menos 25 años. Me da muchísimo gusto que los protagonistas sean el racismo, la intolerancia, la hipocresía supremacista y tantas otras cosas que le provocarían un infarto al de la isla Rhode si se levantara de su tumba arquetípica, donde yace. Saludo con mucho gusto esta serie basada en la novela de Matt Ruff, que algún día leeré.

Imagen: https://screenrant.com/
Categorías: Uncategorized Etiquetas: ,

Perdidos en el espacio (gringo)

Es un alivio ver ciencia ficción no gringa. Por el contrario, es una lamentable pérdida de tiempo ponerse enfrente de un bodrio estadunidense que otra y otra y otra vez, repite la receta: valores morales por encima de todo; (la hoy famosa) cuota étnica (aunque haya que meterla con calzador), el amor (soso, acaramelado y empalagoso) lo mueve todo y roles más predecibles que el alza de precios en día festivo.

El Mar de la tranquilidad, serie coreana en la misma plataforma está, por el contrario, hasta el otro lado de la galaxia de opuesta a este y a muchos bodoques gringos de la misma plataforma y de varias otras. Se centra en la historia, en los qués, los cómos, los cuándos y los quiénes. Sí retrata personajes, por supuesto, y hasta se hunde en ellos, pero nunca les pasa por la cabeza a los guionistas poner a los protagonistas a darse besitos o a coquetear o a machacar valores de pastor gringo. El centro de la historia es la historia misma, no las tribulaciones accesorias hechas a modo para que adolescentes (reales o tardíos) se identifiquen con los personajes.

A tener más cuidado: la vida es demasiado corta para andarla desperdiciando en bodrios gringos.

Categorías: Uncategorized

2020, el inicio del siglo XXI

s-XXI

Imagen: shorturl.at/acvT8

Hace rato escuché el editorial de los días lunes del Pirata en el podcast ECDQEMSD (canaltrans.com, @canaltranscom). Hizo una reflexión que subraya que los acontecimientos sociales, políticos o de otra índole son realmente los que marcan las etapas de transición, más allá de la precisión que exigen los números. El siglo XX, por ejemplo, empezó, obvio, en 1901, según lo incuestionable que es un calendario; de acuerdo, pero para muchos europeos, 1914 fue, quizá, «el inicio» de ese siglo que estrenaban; en México, tal vez desde cuatro años atrás ya se sentía el sabor que traía el siglo que se sacaba recién del empaque.

Siguiendo esta visión de los cambios, el XXI, sí, con mucha razón, se puede decir que indiscutible y sincrónicamente arrancó en 2001, particularmente con el 9-11; pero la desaparición de las torres gemelas no sacudieron de una manera tan brutal al planeta entero como lo está haciendo la actual pandemia de Covid-19. Dice el Pirata que, claro, ya pasaron veinte largos años del arranque del siglo, según el calendario, pero es en este final de la segunda década cuando el detonador hizo clic, o pum, o chin, o algo, de manera que ahora, a mediados del año 20 de la centuria, podemos empezar a ajustarnos más y mejor las mascarillas, máscaras, cubrebocas, nasobucos o como les queramos llamar a los trapos que nos van a acompañar, quién sabe, tal vez por un largo rato. Con la nariz y la boca debidamente cerradas, las manos secas de tanto jabón y borrachas de tanto alcohol, los pies bien frotados en el tapete satanizador y con todos los mejunjes que se van sumando, somos testigos, se dice en el podcast, de fenómenos inéditos, como la superabundancia de información falsa y la profesionalización de lo que dudosamente puede considerarse como algo profesional (yo entendí: dejar de considerar banal lo que sí lo es, pero en el mundo de Internet, donde todo está pasando, se insiste en que no). Los partidos de futbol, recuerda el Pirata,  se juegan en estadios vacíos a puerta cerrada, las reuniones de amigos se hacen a través de la pantalla por videoconferencias y ya no vamos a clases, nos conectamos a clases… Quién sabe hasta cuándo dure o quieran, o queramos que dure esto.

Categorías: sociedad Etiquetas: , ,

Hernán Cortés

diciembre 31, 2019 Deja un comentario

El personaje está de moda, porque entre 1519 y 1521 (hace 500 años), por lo menos, cambió la vida de lo que hoy llamamos México. Coincide con que hace unas semanas empecé a leer la biografía que de él escribe Juan Miralles. Lo primero que puedo sacar a partir de la lectura de la primera mitad del texto es que ya no puedo ver al conquistador como español, sino como cubano. Llegó a esa isla al arrancar sus veintes y vino al continente al empezar sus cuarentas. Para mí es un cubano en toda regla; vivió sus años de formación adulta en la isla, ahí se hizo exitoso comerciante e interiorizó muchas mañas que amalgaman política y gobierno y que vino a poner en práctica en esta parte del continente. Salió de la isla (muy a pesar de lo que Diego Velázquez hubiera querido) como respetable y temido empresario (don dinero, poderoso caballero), no como un soldado recién desembarcado y fiel a la corona (la cual había dejado atrás, físicamente, como veinte años atrás -considerando que tenía cuarenta, media vida.).

El minucioso trabajo de Miralles ayuda a entender que tanto la obcecada religiosidad de Moctezuma, junto con las viruelas y la persistente diplomacia torcida del ambicioso empresario (llevada a cabo durante por lo menos seis meses), lograron la derrota de la poderosa Tenochtitlan. Hay, por supuesto, muchos factores y actores clave que intervinieron, pero uno de los que destacan es el profundo encono que le tenían al imperio los numerosos pueblos sometidos a lo largo de casi doscientos años. Según la documentación, se le unían por decenas de miles al contingente español contra los mexicas en el avance del Golfo al altiplano.

Haberse formado en Cuba, claro, no lo hacían un caribeño, como hoy lo entenderíamos, por supuesto, pues su visión del mundo no dejaba de ser peninsular, es obvio, pero me llama la atención que con esta lectura estamos más ante un empresario que ante un soldado. De las seis o siete naves con las que salió de la isla, por sus propios medios e intereses, cinco eran de su peculio y los que en ellas venían recibían paga y manutención de su abundante bolsillo.

En la escuela nos han dicho siempre que la Noche Triste no debería serlo porque fue una batalla en la que los españoles (y uno se imagina unas decenas de enlatados barbones apaleados) salieron corriendo de las cercanías del actual Zócalo hacia la México-Tacuba debido al contra ataque de los mexicas, pero según el autor y sus abundantes fuentes, fueron miles de opositores al imperio los que iban ahí en tropel, junto con los invasores, poniendo tierra (lodo) de por medio (en época de tremendas lluvias, en agosto) , y murieron enormes contingentes de nativos y nativas aliados (porque mujeres hubo muchísimas, desde el principio, encargadas, por ejemplo, de hacer tortillas todos los días para el sustento de sitiados y sitiadores por igual, pues aunque fueran enemigos, los mexicas no dejaban de “darles un taco” a los invasores).

La lectura, a casi justos quinientos años, según los datos y fuentes que ofrece Miralles, enriquecen mucho la visión de lo que se está conmemorando y que, nuevamente, con visión empresarial, han llevado al mercado de las series de televisión recientemente diferentes empresas. Por amor a la camiseta, por víscera y principios, se diría que debemos estar incondicionalmente del lado de los vencidos pero, como en una novela de aventuras, mientras leemos esta biografía de Cortés, nos llevamos las manos a la cabeza pasmados al enterarnos de que Motecuzoma y Cortés, durante la larga convivencia que tuvieron, como humanos que eran, se echaban partidas del juego Totoloque para matar el tiempo entre custodio y custodiado, bromeaban entre sí con intérpretes de por medio (Malinche, claro); o de que los captores del emperador lo llevaban de caza para distraerlo en mini embarcaciones a vela recién armadas y este se maravillaba y preguntaba cómo no se les había ocurrido antes a los de Anáhuac amarrar una manta para acelerar divertidamente unan balsita como lo estaban haciendo los hispanos en los lagos circundantes.

Categorías: Uncategorized Etiquetas: ,
Broken Penguins

Saving broken Penguins, one page at a time.