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Archive for abril 2013

Ay, mis lentes…

abril 17, 2013 1 comentario

Cuando se te pierden los lentes, despierta el filósofo dormido. Pero antes, lo primero que entra es una angustia del estado de incapacidad al que va a entrar uno en las próximas horas y a lo mejor en los próximos días. No han de ser muchos, pero mientras los estás buscando, te parece que va a ser una era. La angustia hace palpar y palpar los bolsillos, como si en la nueva palpada la mano los fuera a estrujar y uno fuera a despertar de la pesadilla. Nada. Viene la etapa de aferrarse. Tienen que estar por aquí, ahorita aparecen, no puede ser que se me… Nada. Ya hay que irse, no van a aparecer de la nada. Viene una etapa de cambio, de ver sin ver. Uno se da cuenta de lo endeble que es todo, lo impermanente y lo fácil que puede irse todo al carajo. Y sí, de lo exagerado que se pone uno cuando pierde los lentes, también.

lentes

Al montarse en la bici, uno espera que los demás vean mejor que uno. Después de todo, tampoco hace falta ver cada detalle de las cosas. Con distinguir el semáforo, tener un poco de sentido de orientación y ver los coches a una sana distancia, es relativamente suficiente. A lo mejor ya ni hacen tanta falta. A lo mejor agarra uno nuevo look deslentado y se vuelve uno centro de atención, de murmullo en los corredores al ir pasando. Igual ya serán nomás para cosas específicas como manejar en coche en las noches, usar la compu, leer, ir al cine… ahí se acabó la fantasía emancipatoria. A huevo que hay que irse a hacer unos nuevos a la brevedad.

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666

Un curioso e  interesante video sobre el 666 y las tres w del Internet. ¿Será verdad, será mentira?

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Que está bajando el crimen…

Hace unos días la PGR anunció que todo lo relacionado con el narco y la llamada guerra contra el mismo, será clasificado como información confidencial hasta, por lo menos, 2025 (!).  Nombres de bandas,  zonas de acción, crímenes y detenciones, entre mucha otra información, no podrá conocerse sino hasta dentro de dos sexenios. El jueves pasado, las primeras planas de periódicos como La Razón, Excélsior y otros igual de paleros, destacaban que el crimen está disminuyendo notablemente.

Está claro: escena uno, escondemos la información; escena dos, decimos que el crimen ya es cosa del pasado. La tercera escena es que nos traguemos el cuento plácidamente. Por supuesto que no es otra cosa lo que pide la gente en este país, pero una cosa es que efectivamente haya control del crimen y otra que sea una tomada de pelo con apoyo mediático, para no variar.

Se presume que el crimen está bajando y al rato dirán que no hay de qué preocuparse y que el PRI llegó para salvarnos y ya cumplió, asunto terminado y a dejar de criticar el “progreso”. Mientras, a tragarnos sin agua las extorsiones (renteadas), asaltos, secuestros y demás violencia que se vive todos los días en todos los rincones del país.

bajaCrimen2013

El retorno del idiota (Návrat idiota)

El regreso del idiota

No he leído El idiota, de Dostoievsky, obra en la que se inspira el personaje de esta película.  Tal vez no hay que haberlo leído para disfrutar la cinta. Tampoco he leído El Castillo, de Kafka, por ejemplo, y tengo la película basada en esta obra; y no he querido verla porque primero quiero leer el libro, aunque puede ser que, como en este caso, por ser inspirada en, no sea condición leer y luego ver. Pero en el caso de El retorno del idiota, hay escenas que seguro voy a querer buscar en el libro cuando lo lea. Algunas son memorables, como esas que me parece que se quedan para formar parte de las clásicas, de las que componen el collage de lo que se representa en nuestra mente con el concepto cine.

Un chico con problemas de epilepsia regresa de la clínica para volver a su pueblo. Lo espera una señora a la que llama tía, pero no sabe cómo dar con la dirección ni si realmente es su tía. El azar y la ley del sexto grado (esa  que dice que necesitas menos de seis intermediarios para estar relacionado de alguna manera con alguien en el mundo) lo llevan a enredarse en la relación de una pareja en la que en realidad son cuatro y tal vez con él ya sea un quinteto. Su epilepsia le ha dejado algún tipo de tara  que a su vez ha dejado que desarrolle o que aflore una sensibilidad humana y perceptiva que los comunes y corrientes tenemos apagada. O tal vez simplemente es una persona bondadosa e inocente, algo raro para las sociedades modernas.

La fantasía viene a mezclarse con lapsus y recuerdos del protagonista. Así nos enteramos de los fantasmas que rondan su mente, pero que a la vez lo dejan deslizarse a una realidad menos sórdida que la que nos envuelve, especialmente en la fría monotonía del invierno del norte de Europa.

 

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Broken Penguins

Saving broken Penguins, one page at a time.