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Un agua para nescafé

abril 16, 2011 1 comentario

Así no se puede…

En El arte de la guerra se dice que los pequeños problemas  deben atenderse con la mayor seriedad y atención, como si se tratara de grandes conflictos y los problemas graves con cierta liviandad. En México tenemos pequeños problemas pa aventar pa arriba.  Esos pequeños problemas, como en las relaciones de pareja, son la bolita de nieve que termina en divorcio, violencia o atraso nacional.

Esta mañana, a las 4 y media, llegué a la Central Camionera del Norte a recoger a un pariente. Desde medio camino, manejando somnoliento y con el apendejamiento de haber dormido sólo cuatro horas, me venía saboreando un café, el cual pensé encontrar, obviamente, en la Central. Llegué y empecé a asomarme a ver en cuál cafetería se veía mejor el cafecito. Intuía que, tratándose de una central camionera, habría de máquina, pero supuse que también habría alguno «de a deveras»; no fino, pero al fin que no fuera de máquina. Supuse mal. En los cinco o seis lugares en los que vendían café únicamente había Nescafé; servido en vasos rotulados con la marca y sacado de unas máquinas despachadoras de autoservicio, pensadas para que uno mismo se sirva, pero manejadas por empleados. Lo primero que me vino a la cabeza fue la pobreza mental. Primero, porque se supone que somos un país productor de café, de los primeros en el mercado internacional. Segundo, porque se parte del principio de que el mexicano promedio no es capaz de meter unas monedas y picar unos botones para comprar un café.

Fui afuera a ver si veía de olla. Nada. Y si hubiera habido seguro habría sido Café Legal, que desde hace años ya compró la Nestlé, dueña de Nescafé. Una «interneteada» de menos de cinco minutos me quitó las chinguiñas inocentes:

1. Los principales países productores de café son Brasil con el 25%, Vietnam con el 9%, Colombia con el 8% e Indonesia con el 6%. Perú participa con el 2%. México era el cuarto hasta 2010 y ha caído a alrededor del número 10.

2. Dos empresas controlan el segmento de café soluble: Nestlé y Kraft Food

3. Tres empresas controlan el mercado de café tostado molido: Kraft Food, Sara Lee/DE y Nestlé.

4. Cinco comercializadores internacionales compran cerca de la mitad de la producción mundial de café oro: Newman, Volcafé, Esteve, Carguil y Arom.

5. En México existen 12 estados productores de café, encabezados por Chiapas, Puebla, Veracruz y Oaxaca. (Y tre de ellos son los más pobres del país).

6. La poca calidad en el café, la falta de leyes que regulen el mercado y la gran desintegración entre los productores de café, han provocado que México caiga del cuarto lugar al décimo en cuanto a exportación de café.

7. Las estadísticas demuestran que México es el país productor con menor consumo per cápita.

Me quedé con las ganas y con un sentimiento de pobreza mental reforzado: en lo que podría ser el «centro de la Central», una enorme virgen de Gudulup rodeada de parafernalia. Del techo, custodiándola, dos enormes cubos publicitarios de la McCormick.

El caso Sicilia

Pero claro, era de suponerse. Esta película la hemos visto ene veces en este país.

Confiesa ser uno de los asesinos de Sicilia

El Chemis es lo mismo que Aburto, que cualquier chivo expiatorio que presenta la PGR  o el Ejército para cubrir un hueco inmenso que cada vez crece más porque la policía y los jueces tienen una colusión fortísima con los manejadores del crimen y eso está documentado por periodistas e investigadores serios.

A este paso, con más de 40 mil muertos y contando, es inevitable preguntarse si no habrá que comenzar a dialogar ya directamente con El Chapo o con cualquier cabeza de clan, porque la pesadilla parece que no tiene fin y la incapacidad o falta de voluntad del sistema judicial es abismal.

En el México de hoy

Desde el año 2000 a la fecha, millones de mexicanos vivimos con la zozobra y el temor producidos por una violencia desatada e incontrolada; otros miles lo han padecido en carne propia.

El poeta y vecino de la ciudad de Cuernavaca, Javier Sicilia, ya sabe a qué sabe esta carnicería en la que estamos metidos…

¿Qué tendrá que pasar para que haya un movimiento ciudadano unido?

Y no hay que exigir, porque como dicen algunos, no podemos exigirles a quienes se les viene resbalando toda exigencia desde hace treinta años. Ya no hay que exigir, hay que participar y cambiar directamente.

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Carta abierta a políticos y criminales
Javier Sicilia

MÉXICO, DF., 3 de abril (Proceso).- El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.
No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.
Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.
De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.

Extracto de la carta que Sicilia publica en la edición 1976 de la revista Proceso, ya en circulación.

Categorías: México, violencia Etiquetas: , ,
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